sábado, 14 de enero de 2012

Aprendí que hay cosas que es mejor no aprender.

Aprendí que si algo va mal, y lo intentas arreglar, lo estropeas todo.
Aprendí que si le das a alguien de su propia medicina, te vuelven dos dosis de una medicina peor.
Aprendí que querer a alguien por encima de todo duele, y más aún si no tienes a nadie más para llenar el vacío.
Aprendí que no hay que confiarse de lo que tu mente te diga, sino de lo que tu corazón te enseña.
Aprendí esto y muchas cosas. Me enamoré de quien pensaba que debia enamorarme, me perdí en su mirada demasiado pronto, le di mi corazón y me lo ha tirado de vuelta....Duele.
Lloré por él dia, tarde y noche. Cada vez que le tenia delante me quedaba embobada con cada palabra que salía de su boca, con cada gesto, cada mirada, cada latido. Y ¿para qué sirvió?...Para seguir derramando lágrimas por alguien que no se las merece. Para ilusionarme con que él me queria, y luego darme cuenta de que simplemente me usaba. Para encariñarme con la persona más increíble que haya visto, y que esa persona no se de ni cuenta de lo que me importa. Esa persona que no se molesta en demostrarme que me quiere, que no se molesta en decirmelo, que no se molesta en llamarme, ni en recordarme. Mientras yo se lo demuestro de todas las maneras humanas que se pueden. Se lo digo cuando me capacito de hacerlo, porque por mucho que me cueste decirlo, me encanta pensar que él lo sabe. Le llamo solo para oir su voz, esa tan dulce que me vuelve loca. Y le recuerdo. Más de lo que un humano puede recordar a alguien. Más de lo que nadie se pueda imaginar. Más de 60 minutos en una hora, más de 24 horas en un dia, más de 31 dias en un mes. Y solo sirve para que me duela. Dicen que el amor verdadero no se rompe, pero sintiéndolo mucho, este lo ha hecho en solo una llamada., por mucho que me duela.

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